cierre relampago

una tormenta de palabras
rebotan y pican en cada lateral
elegir hacer lo no aconsejado
para vomitar las palabras atragantadas
y reconfirmar lo que los silencios decían
anónimo llamado disimuladamente bien recibido
sólo por el personaje de caballero maduro
ya nada quedaba de la galantería del primer discurso
una argumentación basada en nada
quizás nunca existió algo
cambio de roles
el pez pescador
un mar de encrucijadas aprendidas de memoria
y ahora casi saliendo del laberinto al que nadie me invitó
no sé cuántos pasos faltan
excusas de cobardes y mi valentía sin aplausos
esta osadía erró de destinatario
porque ese otro piensa que yo quería otra cosa más que una suma de buenos polvos
catarsis pública
hablar y hacer es la única ecuación que hoy necesito acá y allá
una puta vez que me animo a dejarme llevar sólo encuentro un nene jugando al ajedrez y abandona la partida
quizás enojo
o más bien un estar al plato
altamente recomandable cansarse de tanta zaraza para que los oídos descansen
el placer de transgredir las propias formas de proceder
de a poco una seguridad de que próximamente conoceré a un opuesto
que se haga carne de sus palabras, y que se ánime a apostar
sin garantías,
punto.

efectos

en busca de aquel que no le importe el que dirán
en busca de aquel que entienda que cada segundo es una oportunidad
bebidas que durante varias noches fueron pie
terco deseo que no entiende del desinterés
la balanza adulterada en deuda con lo merecido
y no por mucho ni por poco
besos suspendidos en el aire
un fotograma de lo que podría haber sido
en busca de transgredir los propios supuestos
una desnudez de lo aprehendido para transformar lo conocido
lo desconocido se viste de tentación
un abrazo que no llega
lo efímero de la ilusión
y la ansiedad del pescador
la carnada en forma de palabras y el juego que invita
la intensidad del lado izquierdo
no es suficiente para que el lado derecho se tuerza
y como cliché no sabes lo que te perdés
espero no acordarme el próximo brindis
y por las dudas eliminados los números al exilio del orgullo
tresymedia de la mañana un número desconocido y de nuevo la borrachera
escribe su guión
el lunes empiezo la dieta gritó el domingo de resaca
con el perfume de cerveza que planta la curiosidad como semilla
y los días hábiles esperan ese nuevo almíbar
el recuerdo no es acuerdo ni está de acuerdo
y por sesenta minutos me gustabas de vuelta
no entiendo la ciclotimia de los deseos
parece que el letargo del paréntesis lima la gramática.

y devino en monólogo

lo único se hace mágico por su novedad
intensos momentos que dejan en la boca sabor a conquista
que durante semanas llena la garganta de preguntas
sólo saber si fue verdadero o falso
y si la ausencia se hace presente hay una exagerada necesidad de comprobarlo
el tiempo lo disipa pero la intriga queda atornillada en la muñeca
un casi dialogo que se transformó en monólogo
y qué hacer ante el punzante silencio?
la torpeza de buscar respuestas debajo de la almohada
de hacer preguntas al viento
de gritarle a la pared
de presumir y reírse de las casualidades
si uno espera que un hecho acontezca deja de ser casual?
y qué hago con todo esto que no dije?
para que sirven esas situaciones en donde uno después aprende
y el changüí de aplicarlo con ese otro que uno desea?
frases hechas aplicables: tiempo al tiempo, paso por paso
pero el inquilino aniquila cada una de ellas,
habrá que guardar esas palabras no dichas?
todavía no sabes que tenemos más en común de lo que tus ojos te dejan ver
espero que la intriga se transforme en cosquillas
y también nos podamos reír de esto

Rayuela - J. Cortázar - Capitulo 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera,
y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo,
la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.